¡Hola! Me llamo Diego Tomé, soy Psicólogo y entre otras
cosas me dedico a trabajar con alumnado con Altas Capacidades Intelectuales. El
pasado mes de Abril Paquillo
y yo organizamos una excursión a la Ruta de las Escaruelas para el alumnado de
mayor edad de ASA (13 años en adelante),
la asociación donde colaboro. También se invitó a sus familias a venir.
Con esta actividad hemos abordado
muchísimas cosas que me gustaría compartir con vosotros. La primera de todas, y
una de las que más nos cuenta asimilar a los que nos dedicamos a la Educación,
es colaborar con otros
profesionales. En mi caso, acudí a Paquillo, en el que confío plenamente para
todas las actividades que aúnen Ciencias, Educación y Creatividad. Reconocer
las propias limitaciones como docente es un ejercicio de humildad fácilmente
compensable si nos acercamos a otros compañeros que nos complementen.
Por otra parte, el objetivo más
académico era contemplar orquídeas,
una flor a la que estamos acostumbrados a ver en floristerías y otros entornos
donde ha sido alterada de su forma silvestre. Observarlas en su medio natural
es una experiencia que ni chicos ni sus familias habían disfrutado por lo
general, aproximándonos así a competencias del currículum cercanas a las
Ciencias de la Naturaleza.
Una excursión como esta, en pleno
medio natural, con un desarrollo medianamente autónomo, y con la figura de un
mentor experto en la materia, resulta ideal para el alumnado con Altas Capacidades Intelecuales, que
puede aprender por experiencia propia, mediante el descubrimiento, contando con
el asesoramiento y apoyo de un guía si le resulta necesario. Más aún si le
sumamos un ambiente relajado, sin exigencias evaluativas y acompañado de
iguales que compartan metas similares.
Los chicos que acudieron, aunque
pertenecen a la misma asociación, cursan actividades en la que no coinciden
todos. Esta fue una oportunidad para que se conocieran mejor, entablaran nuevas
relaciones y amistad entre ellos. Al
ser esta una actividad voluntaria, todos acudían con una motivación común, la
cual fue una buena excusa para iniciar la comunicación entre ellos. Por
supuesto, también sirvió para reforzar los vínculos entre los que ya se
conocían.
Y por supuesto, la presencia de
las familias supuso, por una parte, una forma alternativa para éstas de pasar
tiempo de calidad con sus hijos, algo que muchas veces preocupa a padres y
madres, más aún en estas edades de preadolescencia y adolescencia. Por otra
parte, pudimos disfrutar de una más que divertida sesión de aprendizaje intergeneracional, puesto que las
familias aportaron sus vivencias y conocimientos a los menores y éstos a ellas.
Mientras, Paquillo y yo disfrutamos de estos intercambios, de la curiosidad y
el aula con mayores posibilidades educativas: la naturaleza en estado puro.
El año que viene vamos a los
Arconocales ¿es buena idea? ;)
¡Saludos!